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En un mundo donde la industria textil representa una de las más contaminantes del planeta, el reciclaje de materias textiles se convierte en una prioridad. Entre los materiales más demandados y utilizados, el algodón destaca tanto por su versatilidad como por el impacto medioambiental asociado a su cultivo. De ahí nace la importancia del algodón reciclado y del algodón recuperado, dos alternativas que están revolucionando la moda y los procesos industriales sostenibles.
El algodón reciclado proviene de restos textiles postindustriales (sobras de fábricas) o postconsumo (ropa usada). Este material pasa por un proceso de triturado y regeneración para ser transformado nuevamente en fibras utilizables para nuevos tejidos. A diferencia del reciclaje mecánico del plástico, en el algodón no se usan agentes químicos agresivos, lo que lo convierte en una opción más ecológica.
El algodón recuperado hace referencia principalmente a los residuos textiles que se recogen antes de ser desechados, como recortes en talleres de confección o restos de producción. Aunque ambos términos suelen utilizarse indistintamente, el recuperado se centra más en la recolección y clasificación previa, mientras que el reciclado implica ya una transformación material.
Una combinación cada vez más usada es la mezcla de algodón-poliéster reciclado. Este híbrido aprovecha las cualidades del algodón (comodidad, transpirabilidad) y del poliéster reciclado (resistencia, elasticidad), dando lugar a tejidos duraderos y sostenibles que se utilizan en ropa deportiva, uniformes o incluso textiles para el hogar.
El reciclaje de algodón reduce drásticamente el uso de agua, pesticidas y energía. También evita la acumulación de residuos textiles en vertederos y promueve modelos de economía circular, donde lo que antes era un desecho se convierte en un recurso valioso.